el ojo de la noche
cada noche
reitera el bosque
sus danzas de negrura
huecos, madrigueras,
oquedades en los vientres abiertos
de árboles antiguos
esos verdes
en multitud festiva
los incontables colores de los troncos
dejan en suspenso su riqueza
hasta el amanecer
hay movimientos
que nadie percibe
sigue la brisa agitando
suavemente
las ramas altas
los insectos cumplen su destino
las aves del bosque
en sus nidos
guardan su cabeza bajo el ala
caen hojas en la oscuridad
anticipando el otoño
pero la madre de todo
quiere contemplar esa opulencia
hecha de quietud
e impulso
y convoca (en silencio)
al ojo de la noche
la luna llena,
entonces,
ceñida en su redondez luciente
obedece
y mira desde
lo alto
la vida nocturna del bosque.
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