lunes, 9 de noviembre de 2015
Patagonia (poema para una ilustración)
Patagonia
el viento rebelde
galopa en la vastedad
salvaje bramido
y nada puede el pastizal
sino someterse
interminables planicies
guardaron en la memoria inmigrante
el eco de otros paisajes
dolía mayor la distancia
hasta la tierra natal
en aquellos silencios
donde sólo el viento
hablaba comprensible idioma
espacios hay
en esas pampas
en que el tiempo que fue
es todavía
marga schultz
2015
viernes, 18 de septiembre de 2015
Los cuatro momentos
Los cuatro momentos
1. círculo vacío: estado
inicial del universo
2. punto en el centro del
círculo: surgimiento de la fuerza vital, Qi
3. dos hemisferios:
Yin-Yang, dos polos enfrentados
4. interacción entre los dos
hemisferios: generación del Tai Qi
1.
era
la nada como plenitud
y
la plenitud
como
pregnante vacío
Wu
Chi
todo
estaba allí contenido
en
espera
hasta
el momento de ser
2.
después
fue el nudo vital
la
casa del Qi
la
densidad del centro
tuvo
alas y fuego
potencia
y suavidad
aguardaba
el
momento justo
de
la floración
3.
lo
uno y lo otro
lo
blanco y lo negro
lo
que es sí y lo que es no
se
enfrentaron
y
fueron polémica
4.
pero
una sabiduría profunda
integró
a los adversarios
buscó
la fuerza de cada uno
y,
con armonía, venció a la rigidez
Tai
Qi es esa unión armoniosa
de
los opuestos Yin Yang
siempre
abierta
hospitalaria
a la presencia del otro
Tai
Qi es la flor
domingo, 6 de septiembre de 2015
El ojo de la noche (del inédito "Homenaje al Sur")
el ojo de la noche
cada noche
reitera el bosque
sus danzas de negrura
huecos, madrigueras,
oquedades en los vientres abiertos
de árboles antiguos
esos verdes
en multitud festiva
los incontables colores de los troncos
dejan en suspenso su riqueza
hasta el amanecer
hay movimientos
que nadie percibe
sigue la brisa agitando
suavemente
las ramas altas
los insectos cumplen su destino
las aves del bosque
en sus nidos
guardan su cabeza bajo el ala
caen hojas en la oscuridad
anticipando el otoño
pero la madre de todo
quiere contemplar esa opulencia
hecha de quietud
e impulso
y convoca (en silencio)
al ojo de la noche
la luna llena,
entonces,
ceñida en su redondez luciente
obedece
y mira desde
lo alto
la vida nocturna del bosque.
Ceremonia de la luna llena en Parque Nacional Puyehue-Chile
lunes, 3 de agosto de 2015
No se muere la víspera
No se muere la víspera
solo el suicida
conoce el día de su muerte
¿los demás?
morimos día a día
parcialmente
no sabemos si cada aliento
cada idea
cada mirada sobre la gente
y las veredas
cada recuerdo que nos pone
el corazón hacia fuera
como un bolsillo dado vuelta
será el postrero
el que debiera atesorarse
por su tinte final
si no se muere la víspera
perdemos la fuerza singular
que contiene ese extremo
sábado, 9 de mayo de 2015
lunes, 6 de abril de 2015
ARTE Y CIENCIA III
Sobre relaciones entre arte y ciencia III
En el parágrafo II traté de destacar los parentescos entre arte
y ciencia en lo relativo al uso de la imaginación creadora. Ambas
‘imaginaciones’ se encaminan a sus objetivos, sobre la base de actitudes
similares. En los dos casos, como decía, la imaginación se nutre de la libertad
para decir no, a lo que precede, y de la libertad para aventurarse en el ¿por
qué no? de lo que puede estar por delante. Sin embargo hay un punto importante
que marca fronteras entre esos comportamientos, vale decir, los procesos
científicos y los procesos artísticos. ¿Acaso deben confundirse, aun mostrando
analogías?
Es notorio que apenas pueden tratarse algunos rasgos del
problema en la dimensión de estos escritos. Con todo, parece interesante
asomarse a la comparación entre arte y ciencia, en cuanto al modo como se
validan sus resultados. Con esa expresión, validar los resultados, me refiero a
esto: ¿de dónde provienen las medidas que dan la pauta respectiva de lo
correcto o incorrecto de una teoría, una hipótesis, una conjetura, un filme,
una novela, una escultura?
Las hipótesis y las teorías científicas deben coincidir, al
menos, con dos factores. Uno de ellos es la coherencia teórica que deben
presentar las hipótesis respecto de las teorías científicas contemporáneas
aceptadas. Pero, si se las discute, deben tener la capacidad de formular modos
de comprobación de sus principios, aquellos que representan una objeción para
con las teorías vigentes, a las que apuntan.
También se alude en ciencias a la capacidad predictiva de una
teoría y a la posibilidad de comprobación de las predicciones. En resumen,
salvo en el caso de las teorías matemáticas (formales), generalmente las
ciencias naturales y aun determinadas ciencias humanas se validan con la realidad.
La validación, en matemáticas no proviene de la realidad, de un
concepto de verdad originado en la realidad, sino del principio de coherencia
interna (formal o lógico).
¿Qué cabe decir, por otra parte, sobre la validación de los
productos del arte? ¿Acaso las referidas medidas para validar el arte
provienen, efectivamente, de la llamada realidad?
Muchos ejemplos artísticos y cientos de opiniones comunes
parecen responder afirmativamente a esta pregunta. La respuesta genérica sería
más o menos así: "una obra de arte es buena cuando se parece a la
realidad..." por lo tanto -siguiendo con un fácil, pero falaz, silogismo-
el valor de esta obra X es alto porque presenta situaciones que reflejan de
modo óptimo la realidad.
Insisto, aun cuando muchas obras de diferentes disciplinas
artísticas parecen cumplir su sentido en la imitación muy cercana a la
realidad... el valor de sus productos, la validación de sus obras se encuentran
más cercanos a la validación que funciona en matemáticas. Y no en su alcance ‘imitativo’.
Naturaleza Muerta. ClaudioBravo (artista
nacido en Valparaíso. 1936)
Imagen tomada del sitio: Muestra del Museo Nacional de Bellas
Artes. Santiago de Chile)
Digo esto no porque en arte la cuestión sea un juego lógico de
mera coherencia interna, sino porque la autonomía de las obras respecto de la
realidad referida (tanto como su valor artístico) es independiente de esa misma
realidad. La excelencia no radica en la capacidad figurativa-representativa
demostrada por un artista. La independencia se hace patente, aun cuando ocurra
un acercamiento desde una mímesis inmejorable.
Franz Kline: New York, N.Y., 1953
Óleo sobre lienzo. 79 x 51" (200.6 x 129.5 cm)
Albright-Knox Art Gallery, Búfalo
(http://www.campusred.net)
Lo valioso del arte está en su posibilidad de construir una
versión de la realidad como síntesis, símbolo, trátese de la representación
figurativa o de la representación abstracta. El valor del arte se juega en los
pliegues donde se oculta e insinúa a la vez el sentido, antes que en los
significados exhibidos. Significados que, por ejemplo, en el arte de tipo
representativo tienen como característica parecer que se parecen a lo real.
¿Se han alejado, de este modo, los mencionados territorios
puestos en comparación, el arte y la ciencia?
Diré esto como propuesta final para la reflexión: en el arte los
pliegues están principalmente en su lenguaje, en su modo de acercamiento a la
realidad. A la vez, en el dominio de la ciencia los pliegues están en la
realidad misma a la que apunta, cada vez más compleja a juzgar por la riqueza
interpretativa que debe poner en práctica la ciencia actual. El lenguaje
científico es construcción, sí, de un lenguaje interpretativo, pero sobre la
base de una realidad que nunca se entrega de manera transparente. Una realidad
que abre una incógnita a continuación de cada respuesta formulada.
De esta manera, el sentido se oculta e insinúa, a la vez, como
si se tratara del propio sentido del arte, lo cual crea una fértil intersección
entre ambos territorios.
miércoles, 1 de abril de 2015
El cuchillo. Cuento
Se trata de la increíble historia de un carpintero de 50
años que quedó atrapado por el fuego en el paraje El Turbio. Con el cuchillo,
le hizo señas a un piloto chileno que volaba sobre el lugar y fue rescatado. Un
milagro en medio de la desgracia. (Fuente: Diario San Rafael)
El cuchillo
Margarita Schultz
Estaba clavando el último
tablón del refugio cuando comenzó a oler el humo. No era el conocido olor del
carbón con el cual, más abajo y cerca de la ruta, los otros carpinteros
preparaban sus asados de mediodía. Este olor a humo era diferente, olía a
madera fresca. Recorrió con la mirada las cumbres boscosas en todas direcciones
y entonces la vio, a espaldas del refugio que estaba construyendo.
Era una columna de humo que
se dispersaba veloz desde la zona de las altas cumbres, donde los alerces
antiguos y las araucarias, más antiguas aun, guardaban su postura de siglos. Ahora las ramas superiores, en su verdor
oscuro, se agitaban, movidas por el viento del atardecer y sacudidas por las
llamas -ese otro follaje, rojizo y anaranjado.
La columna de humo ya se había
hecho nube, y el estruendo del incendio conquistó el silencio, de costumbre ocupado
por los pájaros y el rumor del follaje.
Intensos eran los
quejidos de los árboles articulados como vociferantes protestas ante el fuego.
Rosendo, a sus cincuenta
años, sabía de estas cosas. Sin perder un momento se sacó el pañuelo del cuello
con el cual recogía el sudor producido por el trabajo esforzado. Lo sumergió en
el balde y se lo amarró hacia atrás chorreando agua en torno de la nariz y la
boca.
Sí, sabía de esas cosas,
y que el humo en seguida podría desmayarlo y sería el fin. Su olor a carne
quemada iría a sumarse a los sahumerios de los árboles vivos en destrucción…
Se tiró de bruces sin
mirar dónde. Algo le dolió en el abdomen, era el martillo que acababa de
caérsele de las manos. Alcanzó a ajustarse el cinturón de trabajo, donde insertaba
el martillo, donde siempre tenía su cuchillo de monte, regalo de su padre. Con
ese cuchillo cortaba las lonjas de carne jugosa y la tajada de pan.
-Hay que salir de aquí!
…fue su certeza espontánea,
y comenzó a arrastrarse sin piedad, buscando la senda de bajada, más despejada
aunque agresiva por sus piedras y guijarros. Tenía ya las palmas incrustadas de
piedrecitas y las rodillas a la vista por la rotura del pantalón. Por momentos
se vio sumergido en la nube olorosa a bosque quemado. Nada veía, salvo los
nacimientos de los árboles, raíces, hojas añejas.
Una liebre del monte
escapaba del fuego a grandes brincos apoyándose en sus patas traseras. Los
pájaros ya habían huído…
No se levantó de su
posición reptante aunque ya la fatiga por ese desplazarse, lo tentaba. Debía
bajar y bajar de ese modo y tratar de encontrar
el desvío hacia el lago Puelo, más amable que la montaña ruda.
-Si llego me salvo aunque
tenga que mantenerme dentro del agua.
Algo se desplomó a un
costado levantando a la vez una polvareda, eran unas rocas medianas, sacudidas
por alguna raíz que no pudo contenerse en su sitio. No lo aplastaron por casualidad.
Aguardó unos instantes paralizado por lo que pudo ser. Las esquivó rodeando el
montículo en medio del polvo alborotado por la caída.
Por un momento pensó en
despojarse de su cinturón, porque el cuchillo se le enredaba en las ramas
bajas, pero la fatiga lo disuadió.
Continuó por una zona de
zarzamoras, pinchudas y lacerantes, pero
no había cómo eludirlas. Ni soñar de
pasar por debajo de la maraña de ramas, hojas, espinas, moras pasas y moras por
madurar.
La camisa parda se había
manchado aquí y allá por la sangre de sus lastimaduras. Otro tanto el pantalón,
deslucido por el tiempo.
Estaba insensible a toda
cosa que no fuera ese humo envolvente, el ruido del crepitar y el fuego que
avanzaba tenaz en todas direcciones. Ni dolor sentía en su afán por sobrevivir.
Siguió. Llegó a un bosquecillo tierno, tapado de renovales. Yuyos frescos le
brindaron su jugo con lo que pudo calmar un poco la sed al masticarlos.
La tierra, bajo su cuerpo
de serpiente, había cambiado un poco el grado de sequedad. Lo gobernó la ilusión
de estar cerca del lago. No aflojó el empeño y siguió arrastrándose por debajo
de las ramas bajas, a escasos centímetros de la niebla de humo espesa. La
humedad de su pañuelo se había secado, pero aun así le cubría la boca y la
nariz.
-No tengo que respirar el
humo, no tengo que respirar el humo.
La idea golpeaba su
cabeza y aportaba energía a su cansancio.
Cuando llegó a la orilla
arenosa del lago se puso a beber a sorbos medidos el agua helada, y se desplomó. illob﷽﷽﷽﷽ sobrevivir. Siguió. Lle maraña de
ramas, hojas, espinas, moras muertas.
…
El piloto del avión
hidrante levantó vuelo por tercera vez en ese día. Llevaba más de quince jornadas
auxiliando a las cuadrillas que combatían el fuego del lado argentino. Descargaba
su lluvia, que parecía inútil, muy cerca de donde continuaban cavando zanjas
las cuadrillas de combatientes. El aeródromo estaba situado en una planicie
bastante alta, al otro lado de la frontera. Pero la frontera era allí solo un
nombre.
El piloto debía hacer una
amplia curva para encarar el aterrizaje entrando por la quebrada norte del
pequeño valle. No había otra forma de acercarse.
Un relumbre, junto
al lago, lo llamó desde abajo. Pensó primero que podría tratarse de piedras con
mica, que relumbran con el sol. Pero la luz era muy amplia e intensa para ser micas, además, aparecía y desaparecía
con un ritmo intrigante. Descendió un poco de costado para ver mejor, y
entonces lo vio. Era un hombre postrado junto al agua, sobre la arena gris de
la orilla, con una mano movía algo que brillaba al sol, a intervalos cortos.
Conectó la radio y dio
aviso a las autoridades de Parques Nacionales. En pocas horas rescataron al
hombre con un helicópero de gendarmería. Pese a estar junto al agua, estaba
casi deshidratado, ojos hundidos, ojeras marcadas, barba crecida, lengua seca, sin
fuerzas pero vivo.
-¿Qué comió durante los
veinte días que estuvo perdido?, -le preguntó el periodista al entrevistarlo
cuando lo bajaron directo a una camilla. Rosendo lo miró largamente sin
responder.
viernes, 27 de febrero de 2015
jueves, 26 de febrero de 2015
ARTE Y CIENCIA II
Validación en Arte y Ciencia
En el escrito anterior
traté de destacar los parentescos entre arte y ciencia en lo relativo al uso de
la imaginación creadora. Ambas ‘imaginaciones’ se encaminan a sus objetivos,
sobre la base de actitudes similares. En los dos casos, como decía, la
imaginación se nutre de la libertad para decir no, a lo que precede, y de la
libertad para aventurarse en el ¿por qué no? de lo que puede estar por delante.
Sin embargo hay un punto importante que marca fronteras entre esos
comportamientos, vale decir, los procesos científicos y los procesos
artísticos. ¿Acaso deben confundirse, aun desde sus posibles analogías?
Es notorio que solo
algunos rasgos del problema pueden tratarse en la dimensión de estos escritos.
Con todo, parece interesante asomarse a la comparación entre arte y ciencia, esta
vez, en cuanto al modo en que se validan
sus resultados.
Con esa expresión,
validar los resultados, me refiero a esto: ¿de dónde provienen las medidas que
dan la pauta respectiva de lo correcto o incorrecto de una teoría, una
hipótesis, una conjetura, un filme, una novela, una escultura? Más aún, ¿hay
maneras de medir lo correcto o incorrecto
de un filme, una novela, una
escultura?
Las hipótesis y las
teorías científicas deben coincidir, al menos, con dos factores. Uno de ellos
es la coherencia teórica que deben presentar las hipótesis respecto de las
teorías científicas contemporáneas aceptadas. Pero, si se las discute, deben
tener la capacidad de formular modos de comprobación de sus principios, aquellos
que representan una objeción para con las teorías vigentes, a las que apuntan
(modos teóricos y/o empíricos).
También se alude en
ciencias a la capacidad predictiva de una teoría y a la posibilidad de
comprobación de las predicciones. En resumen, salvo en el caso de las teorías
matemáticas (formales), generalmente las ciencias naturales y aun determinadas
ciencias humanas se validan con la realidad.
La validación, en
matemáticas no proviene de la realidad, de un concepto de verdad originado en
la realidad, sino del principio de coherencia interna (formal o lógico).
¿Qué cabe decir, por otra
parte, sobre la validación de los productos del arte? ¿Acaso las medidas para
validar el arte provienen, efectivamente, de la realidad?
Muchos ejemplos
artísticos y cientos de opiniones comunes parecen responder afirmativamente a
esta pregunta. La respuesta genérica
habitual , aún hoy, sería más o menos así: "una obra de arte es buena
cuando se parece a la realidad..." por lo tanto -siguiendo con un fácil,
pero falaz, silogismo- el valor de
esta obra X es alto
porque presenta situaciones que reflejan la realidad.
Insisto, aun cuando
muchas obras de diferentes disciplinas artísticas parecen cumplir su sentido en
la mímesis cercana a la realidad... el
valor de sus productos se encuentra más próximo a la validación que funciona en
matemáticas.
Digo esto no porque en
arte la cuestión sea un juego lógico de mera coherencia interna, sino porque la
autonomía de las obras respecto de la realidad referida (tanto como su valor
artístico) es independiente de esa misma realidad.
La excelencia no reside
en la capacidad figurativa demostrada por un artista. La independencia se hace
patente, aun cuando ocurra un acercamiento desde una representación
inmejorable.
Lo valioso del arte está
en su posibilidad de construir una versión de la realidad como síntesis,
símbolo, emblema… trátese de la representación figurativa o de la
representación abstracta. El valor del arte se juega en los pliegues donde se
oculta e insinúa a la vez el sentido, antes que en los significados exhibidos.
Significados que, por ejemplo, en el arte de tipo representativo tienen como
característica parecer que se parecen a
lo real.
¿Se han alejado, de este
modo, los mencionados territorios puestos en comparación, arte y ciencia?
Diré esto como propuesta
final para la reflexión: en el arte los pliegues están principalmente en su
lenguaje, en su modo de aludir a la realidad. A la vez, en el dominio de la
ciencia, los pliegues están en la realidad misma a la que apunta, cada vez más
compleja a juzgar por la riqueza interpretativa que pone en práctica la investigación
científica actual. El lenguaje científico es construcción, sí, de un lenguaje
interpretativo, pero sobre la base de una realidad que nunca se entrega de
manera transparente. Una realidad que abre una incógnita a continuación, o en
el seno mismo, de cada respuesta formulada.
De esta manera, el
sentido se oculta e insinúa, a la vez, como si se tratara del propio sentido
del arte, lo cual crea una fértil intersección entre ambos territorios.
martes, 24 de febrero de 2015
Los animales del zoo
Los animales del zoo
no
tengo memoria
de
esa selva
donde
nació mi madre
ningún
recuerdo de tormentas
grandiosas
ni
de olores mágicos
o
del agua de un río
donde
reflejarse
no
necesito memoria
para
recordar los días
ahora
porque
todos son iguales
se
repiten
en
este encierro que no entiendo
sobre
este piso sin hojas
entre
estas paredes y barrotes
de
una jaula interminable
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