¡Presente, señorita!
Unas ideas sobre el
valor de la ‘presencia’
De niñas/os
reaccionábamos con energía al escuchar nuestro nombre. Esa ceremonia de
comparecencia, que también era visibilidad, participación, se llamaba “Pasar
lista”. La mención de nuestro nombre era respondida con un muy audible:
‘¡presente señorita!’…
Cuando adultos, nos
encontramos con otros modos de la presencia, por ejemplo, en el Teatro. Es la
hora de inicio de la ‘función’, los asistentes nos vamos acomodando en nuestros
lugares… El espacio de la escena, todavía sin los actores, anticipa su presencia.
Pero no se tratará de un simple ‘aparecer’. La presencia, cuando
nos es dada en un teatro, suele ser percibida como una fuerza emergente
desde lo íntimo de la persona de la actriz, o el actor. Ellos, comparten las
emociones y conductas de sus personajes a un par de metros de distancia, ante
nosotros. Lo que sentimos como espectadores proviene del encuentro.
Por eso existe una diferencia no solo estética, sino anímica, entre teatro y
cine…
El ejemplo del
teatro, confirma la importancia de la reunión presencial entre
los seres humanos. Podemos advertir, asimismo, en películas, series, y en la
vida misma, que después de situaciones dramáticas, tristes, o en momentos de
alegría superlativa, lo culminante es un abrazo estrecho entre dos personas.
A raíz de la
pandemia venimos siendo despojados de la presencia en muchos
sentidos. Hemos tenido que reemplazar la presencia de
familiares, amigos, y colegas, con fotos, videos,
chats. ¿Reemplazar? ¡No!... porque, en verdad, la presencia de
nuestros prójimos es irreemplazable. El abrazo apretado, la sonrisa, el brillo
de la mirada, no aparecen o están desvaídos en los sistemas on line. Son, más
bien, testimonios de ausencia. Por el momento lo entendemos, aunque
estamos con la esperanza de que se restituya lo genuino de aquellos gestos
presenciales.
¿Por
qué considerar tan importante ese fenómeno, la presencia?
Es notorio: la idea
de presencia está relacionada con la valoración del
tiempo presente. Y lo sabemos: lo intenso del vivir coincide con el ahora y
el aquí. Porque cuando nuestros afectos están
presentes se incrementa la alegría de estar juntos en un mismo momento y en un
mismo sitio. Es un ‘convivio’ (convivium), un ‘vivir-con’, en que
se percibe esa fuerza íntima que emana del otro. Convivio,
es palabra vinculada a ‘banquete’, ‘fiesta’... De allí el regocijo que
representa la presencia: ese mutuo reconocimiento de unos con
otros forma parte de la plenitud de la vida.
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